Haciendo honor a su elemento, esta sociedad vive bajo tierra, encontrando allí grandes ciudades subterráneas provistas de comodidades, pero sin recaer en lujos. Las urbes están compuestas por cuantiosas y amplias salas, cada una dispuesta para una función, y unidas entre sí por angostas galerías o escaleras. Tal y como hemos visto, su sociedad está muy jerarquizada y esto también alcanza a su morada, dejando las partes más profundas para las personalidades de mayor rango. Esta diferenciación también atañe a la calidad de la excavación, encontrado en las salas más superficiales acabados rústicos en roca viva, hasta el uso de fastuosos y altos arcos de mármoles y granitos en las más recónditas. Separando estas dos diferenciadas áreas, están ubicadas las instalaciones de usos comunes, tales como son: las salas de entrenamiento, comedores, estadios, etc., capacitadas para acoger a grandes multitudes gracias a sus sorprendentes dimensiones. A pesar de lo que se pueda pensar, la iluminación de estas impresionantes urbes no es escasa, ya que cuentan con complejos conductos que dejan pasar y potencian la luz solar por medios de espejos estratégicamente colocados. Adaptadas a la perfección a este oclusivo entorno, rara vez salen al exterior, sólo haciéndolo las encargadas del abastecimiento, a las cuales se las permite esta acción para recolectar los víveres necesarios para garantizar el buen funcionamiento del reino. En el Edén, la sede principal de este elemento se encuentra en Kenia, en el continente africano, y por tanto es allí donde se ubica el único portal al reino por el que la entrada y salida no tiene repercusiones de impacto en el Edén.